COLABORADORES PADEL 2014

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martes, 27 de noviembre de 2012

Identificado el gen responsable de el Sindrome de fatiga crónica

Identificado el gen responsable de el Sindrome de fatiga crónica

Identificado el gen responsable de el Sindrome de fatiga crónica

En noticias recientes, Alan Light, profesor de investigación en el Departamento de anestesiologia,
disipa el mito de que el síndrome de fatiga crónica (SFC) es mera pereza.
El Síndrome de fatiga crónica se caracteriza por fatiga incapacitante, sueño no reparador,
dolores de cabeza, depresión, disfunción cognitiva y dolor de cuerpo.
Más de 4 millones de estadounidenses sufren de SFC. Aunque es más frecuentes en las mujeres
de edades comprendidas entre los años 40 a 59 años, personas de todas las edades,
etnias, status económicos y ambos sexos pueden desarrollar síndrome de fatiga crónica.
Light explica que hay un gen que produce una proteína que indica a los músculos cuando están
 demasiado cansados para seguir trabajando. Cuando este gen lo indica, las personas se sienten
 fatigadas y esto induce al descanso.
Sin embargo, en las personas con síndrome de fatiga crónica, este gen envia las señales a
 los músculos demasiado pronto. Esto conduce a la fatiga y agotamiento a niveles mucho
 más bajos de actividad que experimentamos en la mayoria de nosotros.
El ejercicio actúa en el aumento de las proteínas que señalan la fatiga de los músculos.
En personas normales, estas proteínas son limitadas; sin embargo, en las personas con CFS
estas proteínas aumentan rápidamente e inducen a una sensación de agotamiento.
Aunque a menudo se recomienda el tratamiento con ejercicios controlados para personas con
CFS, este hallazgo muestra que el ejercicio es extremadamente contraproducente para las
 personas con CFS.
La investigación de Alan Light, no identifica las causas de porqué funciona mal este gen
 de repente en personas sanas anteriormente, aunque ahora se espera que CFS se
vea como una enfermedad real.
Lo más importante aún, una simple prueba genética podría identificar el síndrome de fatiga crónica
 y ser una prueba diagnóstica.
Otra investigación ha vinculado las vacunas, la exposición ambientales tóxicos y diversas infecciones
 como desencadenantes de SFC.
Las exposiciones tóxicas pueden actuar para modificar la constitución genética. Las vacunas pueden
 actuar actuar para sensibilizar el sistema inmune.
Ahora hay pruebas suficientes de que el síndrome de fatiga crónica es real y incapacitante.
La Investigación de la Alan Light puede conducir a posibles tratamientos para el síndrome de fatiga 
crónica.
Acceso a el original:

viernes, 23 de noviembre de 2012

qué es el síndrome de fatiga crónica

Chronic Fatigue Syndrome)
Chris tenía los ganglios linfáticos inflamados, frecuentes dolores de cabeza y se sentía sorprendentemente débil. Estaba tan cansada que le costaba concentrarse en los estudios, y sus notas empezaron a empeorar. Algunos días le costaba muchísimo levantarse de la cama por las mañanas.
Amber empezó a encontrarse así en agosto —y en marzo seguía sin mejorar. Sus padres pensaron que tal vez había contraído una enfermedad de origen infeccioso denominada mononucleosis y la llevaron al médico. Pero, después de explorarla y de hacerle varios análisis de sangre, el médico de Amber dijo que tenía síndrome de fatiga crónica.

¿Qué es el síndrome de fatiga crónica?

El síndrome de fatiga crónica es una afección muy difícil de diagnosticar —y que no se acaba de entender por completo. A pesar de tratarse de un problema físico, también tiene componentes psicológicos. Esto significa que una persona con síndrome de fatiga crónica puede presentar síntomas físicos, como dolor de cabeza o de articulaciones. Pero la misma persona puede presentar también síntomas emocionales, como pérdida de interés en sus actividades favoritas.
Para complicar todavía más las cosas, distintas personas con síndrome de fatiga crónica pueden presentar síntomas diferentes. Y los síntomas del síndrome de fatiga crónica a menudo se parecen mucho a los de otras enfermedades, como la mononucleosis, la enfermedad de Lyme o la depresión. Y, por si fuera poco, los síntomas de este síndrome pueden variar a lo largo del tiempo incluso en un mismo individuo.
Todo esto hace que el tratamiento de esta enfermedad resulte un poco más complicado ya que no hay ninguna medicación ni ningún tratamiento aislado que permita resolver todos sus síntomas.

¿Cuál es la causa del síndrome de fatiga crónica?

Los científicos llevan más de 20 años estudiando el síndrome de fatiga crónica, pero siguen sin saber con seguridad qué es lo que lo provoca.
Actualmente, muchos médicos creen que la forma en que interactúan ciertas afecciones con el cuerpo y la mente puede predisponer a algunas personas a padecer este síndrome. Por ejemplo, si alguien contrae una infección vírica y está bajo mucho estrés, la combinación de estos dos factores puede predisponer a esa persona a desarrollar un síndrome de fatiga crónica.
Hoy en día, los médicos creen que los siguientes factores pueden interactuar, exponiendo a algunas personas a desarrollar un síndrome de fatiga crónica:
  • Infecciones. Los expertos se han preguntado si determinadas infecciones, como la del sarampión o la del virus Epstein-Barr (el que provoca la mononucleosis) incrementan el riesgo de padecer síndrome de fatiga crónica. El papel que desempeña el virus Epstein-Barr en el síndrome de fatiga crónica sigue siendo objeto de debate, ya que los estudios no han permitido confirmar ninguna relación causal.
  • Problemas en el sistema inmunitario, como las alergias.
  • Estrés emocional. Los científicos han constatado que las personas con síndrome de fatiga crónica a veces producen menos hormonas del estrés, como el cortisol, lo que puede afectar al sistema inmunitario.
Los investigadotes también han descubierto que algunas personas con síndrome de fatiga crónica tienen un tipo de hipotensión y están estudiando la posible relación existente entre la hipotensión y el síndrome de fatiga crónica.

¿Quién padece síndrome de fatiga crónica?

El síndrome de fatiga crónica afecta a personas de todas las edades y grupos étnicos, pero a más mujeres que hombres. Este síndrome es muy poco frecuente en los niños. Afecta a algunos adolescentes, pero tiende más a afectar a personas de entre cuarenta y sesenta años. Las persona jóvenes con síndrome de fatiga crónica suelen mejorar con el tiempo más que los pacientes mayores.
A veces varias personas de la misma familia contraen el síndrome de fatiga crónica. Esto puede obedecer a que la tendencia a desarrollar este síndrome tal vez sea genética. Los médicos están bastante seguros de que el síndrome de fatiga crónica no se puede contagiar.

¿Cómo puedes saber si tienes síndrome de fatiga crónica?

En la actualidad, no hay ninguna prueba aislada que permita saber si una persona padece el síndrome de fatiga crónica. Puesto que esta enfermedad puede ser difícil de diagnosticar, los CDC (Centers for Disease Control and Prevention - Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) han establecido dos criterios para guiar a los médicos en el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica:
  1. Fatiga inexplicable que dura seis meses o más. Las personas con síndrome de fatiga crónica están agotadas, y su cansancio y falta de energía puede durar meses, sin que haya una causa evidente del mismo. Este tipo de fatiga hace que resulte sumamente difícil levantarse de la cama por la mañana, vestirse e incluso comer. Y repercute sobre los estudios, el trabajo y el ocio —incluso sobre actividades como ir al cine o tocar un instrumento musical. El síndrome de fatiga crónica no mejora reposando o durmiendo.
  2. Cuatro o más de los siguientes síntomas:

    • problemas de concentración y memoria a corto plazo
    • dolor de garganta
    • ganglios linfáticos inflamados y dolorosos al tacto
    • dolor muscular
    • dolor articular en ausencia de inflamación o enrojecimiento
    • dolor de cabeza más fuerte o distinto del habitual
    • sueño reparador (es decir, no sentirse descansado ni siquiera después de dormir)
    • cansancio o agotamiento que dura más de 24 horas después de hacer ejercicio físico
Para que a una persona le diagnostiquen un síndrome de fatiga crónica, deberá tener tanto fatiga de larga duración como cuatro o más síntomas de la lista anterior.

¿Qué hacen los médicos?

Antes de diagnosticar un síndrome de fatiga crónica, los médicos elaboran una historia médica detallada de sus pacientes, les hacen un examen físico completo y generalmente solicitan diversas pruebas de laboratorio a fin de descartar las siguientes posibilidades:
  • Cualquier afección médica que pueda cursar con fatiga extrema, como el hipotiroidismo (niveles bajos de hormonas tiroideas), el lupus, la apnea del sueño o la obesidad.

  • El consumo de medicamentos o drogas que podrían estar provocando la fatiga.

  • Trastornos actuales o previos como la depresión, los trastornos de la conducta alimentaria o las enfermedades psiquiátricas. Un médico puede pedir a un psicólogo o terapeuta que vea a un paciente suyo para saber en qué medida estos trastornos pueden estar afectándole y si están contribuyendo a un síndrome de fatiga crónica o enmascarándolo.
Después de descartar todas estas posibilidades, lo más probable es que el médico sugiera que un terapeuta vea a su paciente antes de emitir un diagnóstico de síndrome de fatiga crónica. ¿Por qué? Porque es importante tener la mayor información posible sobre cómo afectan los síntomas del síndrome de fatiga crónica a la salud mental de la persona, incluyendo su memoria, su personalidad, su capacidad de concentración y su actitud ante la vida.

¿Cómo se trata el síndrome de fatiga crónica?

No se conoce una cura específica para el síndrome de fatiga crónica. Pero, aunque no hay ningún tratamiento rápido y definitivo, los expertos afirman que los siguientes cambios en el estilo de vida pueden ayudar:
  • Incluye un programa de ejercicios, regular y cuidadosamente diseñado, en tu rutina diaria. El ejercicio físico puede tener efectos curativos, ya que aumenta los niveles de energía y favorece la sensación de bienestar. No obstante, las personas con síndrome de fatiga crónica deben tomárselo con calma a la hora de practicar cualquier actividad física que requiera esfuerzo. El nivel de tolerancia de cada uno es distinto. En 1999, la estrella del fútbol Michelle Akers, que padece síndrome de fatiga crónica, jugó la mayor parte del partido de la Copa Mundial de Fútbol antes de tener que retirarse por agotamiento en los últimos quince minutos. Pero, para una cantidad reducida de personas, el síndrome de fatiga crónica es tan debilitante que el único ejercicio físico que pueden hacer es unos cuantos estiramientos de brazos o levantar objetos poco pesados. Explora con tu médico qué es lo mejor para ti —para que no te pases de la raya y te desanimes. Varios estudios han confirmado que el "el ejercicio progresivo” (que significa empezar con actividades que requieren poco esfuerzo e ir aumentando gradualmente el nivel de intensidad) ayuda mucho en el síndrome de fatiga crónica. La mayoría de la gente con síndrome de fatiga crónica no está en forma, de modo que volver a hacer ejercicio de forma gradual les ayuda.

  • Utiliza técnicas de control del estrés y de reducción del estrés. Te las puede enseñar un médico, psicólogo o terapeuta — estas técnicas son unas estrategias estupendas para controlar determinados aspectos de la enfermedad.

  • Aliméntate de forma saludable. Aunque no hay pruebas científicas de que una alimentación inadecuada desempeñe algún papel en el síndrome de fatiga crónica, alimentarse bien puede ayudar a minimizar los síntomas de este síndrome y el malestar general. Los médicos coinciden en que las personas con síndrome de fatiga crónica deben evitar las comidas copiosas, el alcohol, la cafeína y grandes cantidades de comida basura. Algunos dietistas o nutricionistas titulados elaboran menús y programas dietéticos para ayudar a reducir los síntomas de fatiga.

  • Considera la medicina "alternativa". La acupuntura, el reiki, el masaje, los estiramientos, el yoga y el tai chi parecen ayudar a mucha gente afectada por el síndrome de fatiga crónica —pero es una buena idea que informes a tu médico sobre cualquier otro tratamiento a que te sometas.
    Aparte de los cambios en el estilo de vida, ir regularmente a un psicólogo o terapeuta titulado puede ayudar mucho en el tratamiento del síndrome de fatiga crónica. (Igual que participar en un grupo de apoyo para gente con síndrome de fatiga crónica.) Los principales objetivos de la terapia son ayudar a la gente a afrontar la enfermedad y sustituir los pensamientos negativos o poco realistas por otros positivos y realistas. Tener una actitud positiva y creer en la propia mejoría es de gran ayuda para los pacientes con síndrome de fatiga crónica.
Algunas personas consideran que los fármacos antidepresivos, tomados bajo control médico, pueden ayudar a aliviar los síntomas del síndrome de fatiga crónica. Y los analgésicos (medicamentos para el dolor) de venta con y sin receta médica, así como los fármacos antiinflamatorios (como el ibuprofeno) también pueden ser de ayuda en algunos casos.
Puesto que los científicos todavía no han detectado ninguna relación entre las infecciones víricas o de otro tipo y el síndrome de fatiga crónica, este síndrome no se trata con antibióticos o medicamentos antivirales. (Los médicos probaron estos medicamentos en pacientes con síndrome de fatiga crónica en el pasado con resultados insatisfactorios).
En la mayoría de los casos, los síntomas del síndrome de fatiga crónica son más intensos al principio, y es posible que remitan, vuelvan a aparecer y así sucesivamente. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, casi la mitad de todos los pacientes con síndrome de fatiga crónica se recupera parcial o completamente en un plazo de cinco años tras la primera aparición de los síntomas —de nuevo, el pronóstico es mejor en los pacientes más jóvenes.

Vivir con el síndrome de fatiga crónica

La terapia y los grupos de apoyo pueden ayudar a los adolescentes con síndrome de fatiga crónica y a sus padres a afrontar los problemas académicos o sociales derivados de la enfermedad, como tener que faltar a clase frecuentemente, ir mal en los estudios o aislarse de las amistades y evitar las situaciones sociales.
He aquí algunas cosas que te pueden ayudar:
  • Reconoce y expresa tus sentimientos. Las emociones fuertes forman parte de este síndrome. Sentimientos como la tristeza, el enfado y la frustración son completamente normales —y reconocer lo que sientes y decirte que no es culpa tuya son buenas estrategias de afrontamiento. El hecho de reconocer la emociones que experimentas (en vez de intentar reprimirlas o simular que no te pasa nada) puede ayudarte a averiguar que hay detrás de ellas y a afrontar mejor los problemas que puedas tener.

  • Escribe. Cuando el síndrome de fatiga crónica afecta a la memoria y a la capacidad de concentración, puede ayudar anotar las cosas. Por ejemplo, hazte listas y notas para recordar lo que tienes que hacer. También te puede ayudar llevar un diario donde escribas sobre tus sentimientos y tus niveles de energía. Ese diario puede ser una valiosa fuente de información para tu médico. También puede ayudarte a identificar tendencias; por ejemplo, si tienes más energía a determinada hora del día, esa información te ayudará a organizarte mejor a la hora de programar sesiones de ejercicio físico u otras actividades.

  • Concédete más tiempo para hacer las cosas, sobre todo aquellas actividades que requieran concentración o esfuerzo físico. Pide ayuda a tu familia, tus profesores y tus amigos.

  • Infórmate sobre el síndrome de fatiga crónica consultando fuentes fiables. Hay tanta confusión y tanta información errónea sobre esta enfermedad que es muy importante que sepas de qué fuentes te puedes fiar.
Y sobre todo, no tires la toalla. Es indudable de que tener síndrome de fatiga crónica puede ser duro, y es fácil desmoralizarse. Pero los adolescentes con síndrome de fatiga crónica, por lo general, mejoran más deprisa y se recuperan más completamente que los adultos.
Muchos expertos hacen hincapié en que, cuando se tiene síndrome de fatiga crónica, es más importante tener una actitud positiva sobre la mejoría que intentar entender por qué se ha desarrollado la enfermedad. Lamentablemente, mucha gente pasa demasiado tiempo intentando identificar una sola causa en vez de iniciar un tratamiento —cuando algunos tratamientos, como las técnicas de control del estrés y el ejercicio progresivo previamente mencionado, han demostrado ser eficaces en muchos casos. En otras palabras, incluso sin saber cuál es la causa del síndrome de fatiga crónica, los pacientes que quieren mejorar y adoptan una actitud activa y positiva ante la enfermedad tienen mucho mejor pronóstico.
El síndrome de fatiga crónica tal vez sea una de las enfermedades peor entendidas y sobre las que circula más información errónea, pero cada vez hay más conciencia de ella y los científicos están trabajando para averiguar más cosas sobre ella.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Alicia Huertas: Novela. La protagonista de su libro padece fatiga CRONICA


Alicia Huerta: "Me gustaría pensar que cambiamos siempre a mejor, pero no estoy segura"
El Imparcial
publica su segunda novela Cosas que ocurren aunque tú no las veas

La escritora Alicia Huerta publica Cosas que ocurren aunque tú no las veas, su segunda novela en la que aborda a través de su protagonista, aquejada de una enfermedad, una historia de acción trepidante e intrigante en la que no falta un componente de superación y valentía, así como de amor y esperanza.
Acaba de publicar su segunda novela, un libro que dejó inacabado hace tiempo y que ha retomado ahora. ¿A qué se debe?
Cosas que ocurren aunque tú no las veas ha sufrido muchas modificaciones en estos años. De hecho, cuando empecé a escribirlo, no sabía si iba a ser una novela o un diario. Tenía una gran carga emocional y un perfil muy filosófico; tanto que no me sentía capaz de publicarlo, por lo que me enfrasqué en mi tercera novela, que aún no he publicado. Así fue hasta que hace un año, viendo que a mucha gente le había gustado mi primer libro, Delirios de persecución, decidí reencontrarme con esta novela. Descubrí que todavía tenía mucha carga, que he conseguido liberar al concluirla. Le faltan 50 o 60 páginas que no sé si algún día llegaré a publicar porque encierran mucho dolor.
La protagonista de su libro, Elisa, padece encefalomielitis miálgica, una enfermedad también conocida como síndrome de fatiga crónica. ¿Cómo cree que ha enriquecido esta dolencia a configurar el personaje?
Creo que no habría sido el mismo si no la hubiera padecido. Se trata de una mujer enferma que logra dejar de pensar en el dolor que siente para poder evolucionar. Escribí esta novela para dar voz de alguna forma a los enfermos de síndrome de fatiga crónica porque creo que puede ayudar a que la gente comprenda mejor lo que sienten y a que no sean juzgados. He llegado a la conclusión de que es imposible que la gente no afectada llegue a comprender esta enfermedad aparentemente fantasma, pero que destruye vidas.
¿Así que es complicado comprender el dolor ajeno?
Llegas a creer que lo comprendes, pero al final tiendes a juzgar a estos enfermos por su limitación, así que mi intención es que la novela la lean quienes no padecen la enfermedad para que conozcan en qué consiste. No la he escrito desde la ignorancia, yo también la padezco, así que este libro ha sido para mí una manera de salir del armario. Me parecía hipócrita quejarme de que alguien no me entendía si no le había explicado lo que me ocurría. Sin embargo, sigo creyendo que nadie me va a entender, pero no porque tenga una actitud derrotista, sino porque he llegado a la conclusión de que es imposible transferir lo que siento. Como lo tengo comprobado, decidí vivir no por la enfermedad, sino a pesar de la enfermedad, aunque no siempre es posible. Hay mucha gente que no tiene más remedio que estar de baja permanente y todavía se les sigue considerando vagos. Recientemente, la inmunóloga estadounidense Nancy Klinas, que acuñó el término de fatiga crónica en vez de encefalomielitis miálgica, ha pedido disculpas por banalizar la enfermedad.
Elisa camina despacio. Forma colas de gente cuando pasea por la calle y la gente se desespera. ¿A eso se refiere?
Eso es. La gente juzga mucho. Si un enfermo de fatiga crónica baja una escalera peldaño a peldaño, no lo hace aposta para que la gente espere, así que antes de quejarnos conviene pararnos a pensar en si es posible que le pase algo a quien tenemos delante. De todas formas, los enfermos tienen que hacer un esfuerzo para no tratar de encontrar comprensión, sino aceptación. Nada más. Tenemos que perder el complejo.
¿Hay algo que mitigue el dolor?
Creo que Elisa logra ponerlo en un segundo plano. Decide que tiene que vivir a pesar de ello. Aunque en un principio no se ve capaz de avanzar, pronto encuentra una excusa para superarse. Lo importante es que no se queja. Eso es fundamental.

Imagino que tener una buena actitud ante la vida ayuda…
La fuerza de la mente es indudable. Elisa sabe que paga los esfuerzos que hace. Es como los cantantes de ópera, que cantan un día y tienen que reposar las cuerdas vocales al siguiente.
En su relato, Elisa se encuentra en poco tiempo con tres hombres con los que mantiene una relación emocional. ¿Aprende algo de ellos?
Es curioso. Hay veces que no pasa nada en tu vida y de repente ocurre todo a la vez. Elisa se encuentra de repente con tres relaciones. Está Roberto, con quien lleva tiempo y termina rompiendo, Alejandro, a quien le une un vínculo algo fantasioso, y Alberto, el que tiene más peso aunque ella no se dé cuenta. Creo que más que aprender, lo que saca de provecho de la relación con los tres es que se ve capaz de engañar mejor de lo que le engañan a ella.
Elisa dice en el libro que las cosas que se ignoran de una persona son más de las que se conocen. ¿Acaso ocultamos tanto?
Creo que lo primero que hacemos es ocultarnos cosas a nosotros mismos. Me gusta intentar descubrir lo que me ocultan las personas porque yo lo hago.
¿Un enfermo de fatiga crónica tiende a pensar que el dolor físico ajeno no lo es tanto?
Todo el mundo siente dolor. Es cierto que no es lo mismo tener una rotura, que te escayolen y te recuperes que padecer esta enfermedad, que siempre te hace estar en la cuerda floja. Es decir, puedes estar bien, pero de repente puede darte un brote motivado por un abrazo cariñoso de alguien o por pisar una piedra en el suelo. Lo cierto y extraño de esta dolencia es que en realidad no tienes nada en el tobillo o en el codo, pero el impulso nervioso está en el cerebro y es ahí donde se activa el botón del dolor. Por eso es tan difícil convivir con un afectado.
¿Hay algo que consuele a un enfermo de este tipo?
Contar con un diagnóstico. La mayoría de los enfermos de fatiga crónica tardan una media de entre 3 y 5 años en ser diagnosticados. Son dolores difusos que no se ven en radiografías o resonancias magnéticas. Hay indicadores, pero los médicos de medicina general no llegan a percibirlos. En mujeres entre 30 y 50 años, que es cuando aparecen los síntomas más graves, se empieza el tratamiento con antiinflamatorios o analgésicos. Lo difícil es encontrar a un médico que tenga empatía y que facilite el diagnóstico lo antes posible porque ese tiempo de espera es vital para que no se agraven los síntomas. Cuando el enfermo alcanza ese contradictorio momento en el que alguien le dice que padece este síndrome y no se cura, al mismo tiempo se está convenciendo de que tiene algo y de que no se lo está inventando. Creo que hay que dar un voto de confianza a quien está enfermo, lo mismo que me parece fundamental que el enfermo piense en que hay algo más importante que él para no caer en una depresión.



¿Confía en la ciencia?
Esta enfermedad está catalogada como rara, pero la gran cantidad de afectados que empieza a haber terminará por hacerla salir de ese grupo de dolencias. El problema de estas enfermedades minoritarias es que no despiertan gran interés entre los investigadores porque no merecen la pena. El centro que más investiga está en Nevada y está patrocinado por un matrimonio con un hijo que padece la enfermedad.
¿La empatía hacia otros enfermos aumenta?
Empiezas a valorar las cosas de otra manera porque el hecho de levantarse, salir a la calle y hacer recados puede convertirse en un triunfo. Me gustaría pensar que cambiamos siempre a mejor, pero no estoy segura. Creo que está escrito en el ADN. Es decir, si alguien que enferma antes era un egoísta, probablemente lo sea más todavía mientras que el que ha sido maravilloso antes de enfermar, tenderá a preocuparse todavía más por los que le rodean.
Cuánto se echa en falta la rutina cuando nos falta, ¿no?
Así es. Cuando vi el salto estratosférico de Felix Baumgartner me impactó lo que dijo sobre la sensación que había tenido allí arriba, donde se había dado cuenta de que se sentía tan pequeño que no le preocupaban tanto los récords como abrazar de nuevo a su madre.
Nada tiene de rutinaria, sin embargo, la trama en la que se ve envuelta su protagonista....
No, desde luego que no. Ese equilibrio que ella siempre busca o que cree buscar se rompe en mil pedazos a medida que descubre que sus dos últimas relaciones sentimentales han estado rodeadas de engaño. Además, no se trata de una falsedad cualquiera, sino de una oscura trama que amenaza con llevársela por delante.
¿Qué ha encontrado de literario en un asunto como la trata de personas?
El tráfico ilegal de seres humanos que llevan a cabo las mafias tiene una dimensión enorme. De hecho, muchas de esas mafias que antes comerciaban con drogas han ido cambiando el "objeto" de su negocio, centrándose más en comerciar con personas. En el caso de la trata de blancas, por ejemplo, la ventaja es doble: por una parte, a diferencia de las drogas, se puede vender a una mujer infinidad de veces y, por otra, ya no tienen que dedicarse a buscar rutas complicadas o escondites en los medios de transporte para traspasar controles o fronteras. Han descubierto que basta con amenazar a esas mujeres con matar a sus seres queridos si intentan escapar o llamar la atención de la policía. Se aterroriza a la víctima de tal manera que acaba por convencerse de que no hay escapatoria posible. Es perverso.

 

La acupuntura puede ayudar a pacientes tratados por cáncer, asegura estudio

La acupuntura puede ayudar a pacientes tratados por cáncer, asegura estudio
Washington.- Un tratamiento con acupuntura puede ayudar a pacientes que padecen fatiga crónica, depresión y ansiedad por las terapias contra el cáncer de mama, difundió la revista Journal of Clinical Oncology.

Un estudio que involucró a más de 200 mujeres reveló que las sometidas a acupuntura experimentaron un alivio en comparación con aquellas que no la recibieron.

En una escala de cero a 20 puntos, las pacientes tuvieron una disminución de la fatiga de cuatro puntos, mientras que en aquellas sin el tratamiento mermó solo un punto, indicaron expertos de de la Universidad de Manchester quienes evaluaron a 227 mujeres que padecían fatiga crónica o moderada.

"La acupuntura es una intervención efectiva para resolver los síntomas de la fatiga relacionada con tratamientos de quimioterapia y hace mejorar la 'calidad de vida' de los pacientes", escribieron Alexander Molassiotis y su equipo.

Aclara Amit Sood, de la Clínica Mayo de Rochester, en Minnesota, que la mejora aunque no fue total ayuda a las personas que se encuentran demasiado cansadas a volver a realizar alguna actividad.

También el estado emocional de las personas afectadas mejoró.

Un artículo que acompaña a este estudio indica que uno de cada tres pacientes sufre fatiga persistente que puede continuar por años, después de su tratamiento.

Generalmente se recomienda ejercicio moderado y psicoterapia para recuperar la energía.
(Prensa Latina
)

sábado, 3 de noviembre de 2012

FIBROMIALGIA Y FATIGA CRONICA


FIBROMIALGIA Y FATIGA CRONICA

SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA
Entrada extraída de
http://www.manual de fibromialgia, basado en la recuperación de Marta
¿Qué es la fatiga crónica?

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una afección que produce cansancio excesivo y prolongado.
Etiología o causas
Actualmente se desconoce la causa específica de la enfermedad, aunque se sospecha que puede ser causado por un virus. Hay dos clases de virus que podrían estar implicados en el síndrome de fatiga crónica.
El primero es el virus Epstein-Barr (VEB), este virus es muy común en los humanos, la infección afecta a mucosas como los ojos, boca, vía respiratoria, genitales y ano.
El segundo es el virus herpes tipo 6, (HHV-6), la infección de este virus en la infancia suele ser asintomática, es una enfermedad muy común en niños, en adultos la infección suele ser más complicada causando en algunos casos hepatitis o encefalitis.

En cualquier caso estos dos virus son los relacionados con el síndrome de fatiga crónica, pero sin ser determinantes en la enfermedad ya que no se ha demostrado que sean la causa.
Mi hija Marta fue diagnosticada de fibromialgia juvenil severa y fatiga crónica en un grado muy severo. Los dolores eran terribles pero el cansancio la imposibilitaba incluso a poder levantarse de la cama.
Cuando empezamos el cambio de alimentación esperábamos una mejoría en todos los síntomas de la enfermedad, con el paso de los meses los dolores fueron bajando en intensidad pero la fatiga crónica seguía presente en el día a día, había mejorado mucho pero aun notaba su implacable peso.
tan-cansado
Por medio de una paciente de Madrid que seguía nuestra terapia recibimos información de otra terapia llamada Moraterapia. Nos informamos inmediatamente sobre la misma y buscamos un terapeuta en nuestra provincia.
El nos explico que Marta tenía un virus en el intestino y en el hígado que le estaba provocando la fatiga. En solo dos sesiones de desintoxicación del intestino/hígado para sorpresa de Marta empezó a notar gran mejoría de la fatiga. Siguiendo nuestra terapia nutricional y la suplementación/desintoxicación Marta pudo controlar la fatiga. Es verdad que tiene que dosificar su gasto energético mejor que otra persona pero ha vuelto ha ser una persona activa y puede trabajar tanto o más que cualquier compañera de trabajo.
El 90% de enfermos de fibromialgia sufren también fatiga crónica y ese 90% sufre cándidas, normalmente sin diagnosticar.
Los síntomas del síndrome de fatiga crónica
Fatiga o cansancio (después del reposo).
Fatiga que limita las actividades comunes de cada día.
Fatiga que dura más de 24 horas después de hacer ejercicio.
Fatiga que empeora con actividad intelectual y física.
Sensación de pesadez en brazos y piernas.
Dolor de cabeza.
Febrícula.
Dolor de garganta.
Hipotensión.
Dificultad para pensar con claridad.
Falta de memoria.
Falta de concentración y de atención.
Insomnio.
Irritabilidad.
Depresión.
Adenopatías (inflamación ganglios linfáticos).
Es muy importante realizar un test de intolerancias alimentarias, descartar virus. Seguir una dieta rica en verduras, cereales como la espelta, arroz integral, avena, mijo. Eliminar de la dieta lácteos, trigo, carnes rojas.
Dar prioridad a nuestro grupo sanguíneo es muy importante, cada grupo es diferente y algunos alimentos pueden acentuar la enfermedad.
Esta entrada fue publicada en Enfermedades relacionadas con FM